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domingo, 25 de agosto de 2013

Un descanso (Relato)


–– Debo ser solidario y hacerme donante de sangre. –– Se decía Alejandro, para convencerse, mientras recordaba las tantas y tantas veces que a su madre le habían puesto unidades de transfusión en las sesiones de hemodiálisis. –– ¡Decidido, voy ahora y no me lo pienso más! Además ya estamos a punto de terminar junio. ¡Cómo pasa el tiempo! Me dije que me haría donante y ya casi hace un año.

Alejandro se quedó pensativo sobre lo rápido que pasa el tiempo en ocasiones. Siempre que pensaba en ellos recordaba como tuvo que ser la caída de Roma. En el momento de ocurrir seguro que se resistían a creerlo tras siglos de orden. Cuando cayó desapareció ese orden y pasó un día y otro y luego fueron las personas una generación tras otra hasta hoy día. Sucesos que ocurren hace cientos de años y parece que sólo hace minutos de ellos. Eso debe depender sólo de la persona o la cultura, por eso mismo muchos recuerdan como ayer que fueron expulsados de la península y otros ven que hace 500 años ya.


–– Esta tarde hace fresco así que voy a acercarme al ambulatorio... ¡Qué digo, ya!

Tomó la bicicleta y se dirigió a su destino pensando en su deber moral y cumplir con su compromiso contraído consigo mismo, que llegó a su destino muy rápido. Aseguró la bicicleta a la valla del centro de salud y siguiendo las indicaciones entró hasta la sala de extracción. Donde contestó algunas preguntas rutinarias y se tumbó en la camilla.

¿Tienes aprehensión a las agujas? –– Le pregunó la enfermera.

No, para nada. Desde muy pequeños siempre me ha llamado la atención como salía la sangre y se veía en la jeringa. Además lo he visto en más de una ocasión en un familiar. –– Contestó seguro Alejandro.

Bien, pues va a tardar un rato ya que hay que llenar esta bolsa. –– Mostrándole la bolsa de extracción y dejándola caer por debajo de la camilla. Le indica que es mejor que se relaje y piense en otra cosa, le va a llevar un rato. Se dedicó a pensar en cosas que hacer. De vez en cuando, la enfermera iba a preguntarle por como se encontraba, a lo que Alejandro le decía que perfectamente.

Transcurrido unos minutos le comentó que ya estaba prácticamente lleno e iba a proceder a la retirada de la aguja. Antes de hacerlo le preguntó nuevamente como estaba, más para distraer la atención y no darse cuenta de la retirada de la aguja, aunque la respuesta fue distinta.

Me estoy encontrando raro. No sé bien explicarlo. Estoy viendo puntitos brillantes que se hacen cada vez más grandes... cada vez veo menos la habitación –– Dijo Alejandro.

No terminó de decir esto y ya sólo escuchaba a la enfermera diciéndole que no cerrara los ojos y se mantuviese despierto...



Alejandro estaba desplazándose a gran velocidad. Se encontraba viajando por una vía de único sentido. Iba tranquilo, muy tranquilo como si ya conociese ese camino. Sabía que su madre se encontraba sentada en el asiento del copiloto. Ese día había mucha luz que le impedía ver el exterior que sólo veía de forma difusa. Transcurrió mucho tiempo así y disfrutaba tanto por la seguridad que sentía como por la claridad con la que percibía todo.



Alejandro abrió los ojos. –– ¿Dónde estoy, pero si estaba en un coche? –– Ni escuchaba ni sentía los golpes que recibía en el pecho, por parte por una persona que parecía ser un médico. Otros, que debían ser enfermeros, le sujetaban los brazos y piernas. Poco a poco empezaba a escuchar a una enfermera que le decía que le estaba aguantando el brazo con la aguja aún clavada. Creyó estar en una pesadilla. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Si era una pesadilla, como sentía de verdad que lo era, por qué no me despertaba.

–– ¡Que extraña pesadilla estoy teniendo! Nunca he tenido esta pesadilla tan extrañamente real. ¿Dónde estoy?¿Me habré quedado dormido en el coche y estoy en un hospital ahora? ¿Por qué me siento como si estuviera aturdido, como si viera las realidad desde un lugar atrapado? –– Se preguntaba sin hallar respuesta.

Poco a poco comenzó a entender a la enfermera diciéndole que se relajara. Que estaba todo bien, que no pasaba nada. Aunque seguía sin entender del todo lo que decía, decidió hacerle caso.

–– Recuerda que has venido a donar sangre, recuerda que estaba a punto de sacarte la aguja. ¡Quieto, que te estás clavando la aguja en el brazo. –– Le repetía la enfermera una y otra vez...

La enfermera le retiró la aguja y le pidió que no se moviera mientras iba a por un zumo para que se lo tomara. Aprovechando que el médico se encontraba cerca de los zumos, ésta le preguntó susurrándole...

––¿Le pregunto si ha visto algo? –– Le preguntó la enfermera al médico.

–– ¿Qué ha visto algo? Sólo ha sufrido un simple desmayo. –– Sentenció el médico.

–– ¿Un simple desmayo precisa golpear el pecho y cuando despierta reacciona de esa forma? –– preguntó de nuevo la enfermera.

–– Un simple desmayo. –– Aseveró el médico

Alejandro, aunque su camilla se encontraba lejos de la conversación, por razones de la acústica de la habitación, escucho perfectamente la conversación. Estaba muy confundido por todo como para reaccionar o contestar a la enfermera. Se tomó el zumo, descansó mientras meditaba sobre lo ocurrido y se marchó a la casa como si no hubiera pasado nada.

–– Ya hace casi un año que mamá se marchó. He donado pero ¿qué es lo que ha pasado? –– Pensó mientras salía del centro médico

11 comentarios:

  1. Muy buena entrada Víctor. La moraleja queda a cargo de los lectores. Pueden ser tantas y a cada cual mejor... Enhorabuena
    Un saludo, @adriantsn

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  2. Interesante relato, Víctor, y muy bien escrito, además. Felicidades

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    1. Gracias Luisa, me apetecía un relato. Espero que tengas suerte.

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  3. Respuestas
    1. Javier, de vez en cuando me apetece cambiar de tercio. Satura tanta desvergüenza, de la realidad política actual, en la que no se da cuenta mucha gente que están alimentando a cocodrilos y nos devorarán pronto. Muchas gracias.

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  4. Si muchos supieran lo del relato...

    Sigue por aquí. Me gusta.

    ION D.

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  5. uno de mis favoritos jo con tus relatos me emocionas grande victor muy grande

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  6. No lo había leído, un relato con mucho gusto y con muchas respuestas : o))

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    1. Muchas gracias por tu comentario y porque me ha servido para darme cuenta que esta entrada no la había pasado al otro blog... me parece.

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