–– Debo ser solidario y hacerme donante de
sangre. –– Se
decía
Alejandro,
para convencerse, mientras recordaba las
tantas y
tantas veces
que a su madre le habían
puesto
unidades de transfusión en
las sesiones de hemodiálisis.
––
¡Decidido, voy ahora y no me lo pienso más! Además ya estamos a
punto de terminar junio. ¡Cómo pasa el tiempo! Me dije que me haría
donante y ya casi hace un año.
Alejandro
se quedó pensativo sobre lo rápido que pasa el tiempo en ocasiones.
Siempre que pensaba en ellos recordaba como tuvo que ser la caída de
Roma. En el momento de ocurrir seguro que se resistían a creerlo
tras siglos de orden. Cuando cayó desapareció ese orden y pasó un
día y otro y luego fueron las personas una generación tras otra
hasta hoy día. Sucesos que ocurren hace cientos de años y parece
que sólo hace minutos de ellos. Eso debe depender sólo de la
persona o la cultura, por eso mismo muchos recuerdan como ayer que
fueron expulsados de la península y otros ven que hace 500 años ya.
–– Esta tarde hace fresco así que
voy a acercarme al ambulatorio... ¡Qué digo, ya!
Tomó
la bicicleta y se dirigió a su destino pensando en su deber moral y
cumplir con su compromiso contraído consigo mismo, que llegó a su
destino muy rápido. Aseguró la bicicleta a la valla del centro de
salud y siguiendo las indicaciones entró hasta la sala de
extracción. Donde contestó algunas preguntas rutinarias y se tumbó
en la camilla.
¿Tienes aprehensión a las agujas? ––
Le pregunó la
enfermera.
No, para nada. Desde muy pequeños
siempre me ha llamado la atención como salía la sangre y se veía
en la jeringa. Además lo he visto en más de una ocasión en un
familiar. –– Contestó
seguro Alejandro.
Bien, pues va a tardar un rato ya que
hay que llenar esta bolsa. ––
Mostrándole
la bolsa de extracción y dejándola caer por debajo de la camilla.
Le indica que es mejor que
se relaje y piense en otra cosa, le va a llevar un rato.
Se dedicó a
pensar
en cosas que
hacer. De vez
en cuando, la
enfermera iba
a preguntarle
por como se encontraba, a
lo que Alejandro
le decía que perfectamente.
Transcurrido
unos minutos le comentó que ya estaba prácticamente lleno e iba a
proceder a la retirada de la aguja. Antes de hacerlo le preguntó
nuevamente como estaba, más para distraer la atención y no darse
cuenta de la retirada de la aguja, aunque la respuesta fue distinta.
Me estoy encontrando raro. No sé bien
explicarlo. Estoy viendo puntitos brillantes que se hacen cada vez
más grandes... cada vez veo menos la habitación ––
Dijo
Alejandro.
No
terminó de decir esto y ya sólo escuchaba a la enfermera diciéndole
que no cerrara los ojos y se mantuviese despierto...
Alejandro
estaba desplazándose a gran velocidad. Se encontraba viajando por
una vía de único sentido. Iba tranquilo, muy tranquilo como si ya
conociese ese camino. Sabía que su madre se encontraba sentada en el
asiento del copiloto. Ese día había mucha luz que le impedía ver
el exterior que sólo veía de forma difusa. Transcurrió mucho
tiempo así y disfrutaba tanto por la seguridad que sentía como por
la claridad con la que percibía todo.
Alejandro
abrió los ojos. ––
¿Dónde estoy, pero si
estaba en un coche?
–– Ni
escuchaba ni sentía los golpes que recibía en el pecho, por parte
por una persona que parecía ser un médico. Otros, que debían ser
enfermeros, le sujetaban los brazos y piernas. Poco a poco empezaba a
escuchar a una enfermera que le decía que le estaba aguantando el
brazo con la aguja aún clavada. Creyó estar en una pesadilla. No
entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Si era una pesadilla,
como sentía de verdad que lo era, por qué no me despertaba.
–– ¡Que extraña pesadilla estoy
teniendo! Nunca he tenido esta pesadilla tan extrañamente real.
¿Dónde estoy?¿Me habré quedado dormido en el coche y estoy en un
hospital ahora? ¿Por qué me siento como si estuviera aturdido, como
si viera las realidad desde un lugar atrapado? ––
Se preguntaba
sin hallar respuesta.
Poco
a poco comenzó a entender a la enfermera diciéndole
que se relajara. Que estaba todo bien, que no pasaba
nada. Aunque seguía sin entender del todo lo que
decía, decidió hacerle caso.
–– Recuerda que has venido a donar
sangre, recuerda que estaba a punto de sacarte la aguja. ¡Quieto,
que te estás clavando la aguja en el brazo.
–– Le
repetía la enfermera una
y otra vez...
La
enfermera le retiró la aguja y le pidió que no se moviera mientras
iba a por un zumo para que se lo tomara. Aprovechando que el médico
se encontraba cerca de los zumos, ésta le preguntó susurrándole...
––¿Le
pregunto si ha visto algo? ––
Le preguntó
la enfermera al médico.
–– ¿Qué ha visto algo? Sólo ha
sufrido un simple desmayo. ––
Sentenció el
médico.
–– ¿Un simple desmayo precisa
golpear el pecho y cuando despierta reacciona de esa forma? ––
preguntó de
nuevo la enfermera.
–– Un simple desmayo. ––
Aseveró el médico
Alejandro,
aunque su camilla se encontraba lejos de la conversación, por
razones de la acústica de la habitación, escucho perfectamente la
conversación. Estaba muy confundido por todo como para reaccionar o
contestar a la enfermera. Se tomó el zumo, descansó mientras
meditaba sobre lo ocurrido y se marchó a la casa como si no hubiera
pasado nada.
–– Ya hace casi un año que mamá
se marchó. He donado pero ¿qué es lo que ha pasado? ––
Pensó
mientras salía
del centro médico
Muy buena entrada Víctor. La moraleja queda a cargo de los lectores. Pueden ser tantas y a cada cual mejor... Enhorabuena
ResponderEliminarUn saludo, @adriantsn
Gracias Adrián.
EliminarInteresante relato, Víctor, y muy bien escrito, además. Felicidades
ResponderEliminarGracias Luisa, me apetecía un relato. Espero que tengas suerte.
EliminarUn buen relato...para reflexionar...
ResponderEliminarJavier, de vez en cuando me apetece cambiar de tercio. Satura tanta desvergüenza, de la realidad política actual, en la que no se da cuenta mucha gente que están alimentando a cocodrilos y nos devorarán pronto. Muchas gracias.
EliminarSi muchos supieran lo del relato...
ResponderEliminarSigue por aquí. Me gusta.
ION D.
uno de mis favoritos jo con tus relatos me emocionas grande victor muy grande
ResponderEliminarMuchas gracias. ;-)
EliminarNo lo había leído, un relato con mucho gusto y con muchas respuestas : o))
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y porque me ha servido para darme cuenta que esta entrada no la había pasado al otro blog... me parece.
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